La principal razón de una mentira, como de casi todo acto, es tratar de conseguir algo, que de no ser por ese medio, no se conseguiría. Para que dicha mentira sea útil, aparte de ser verosímil, no debe ser comprobable en un furturo cercano, o su objetivo no se sostendría temporalmente.
Mentir en algo que es fácilmente comprobable a corto plazo es en consecuencia inútil, y sobre todo, denota una gran estupidez.